Los chilenos votaban este sábado en la primera de dos jornadas de una elección considerada la más importante en democracia, en la que se elegirán las 155 personas que redactarán una nueva Constitución para enterrar la heredada de la dictadura de Augusto Pinochet.
Aunque empezó el día con poca afluencia de votantes, desde el mediodía se veía una gran movilización de electores en las principales ciudades del país, que expresaban su expectativas ante el proceso que se abre para salir de un largo periodo de convulsión social en una sociedad desigual y fracturada.
"Ojalá logremos un buen grupo humano que trabaje por todos", dijo a la AFP Silvia Navarrete, una economista de 35 años, tras votar junto a su pareja y con su hija pequeña en brazos.
Con todas las medidas sanitarias que impone la pandemia, los centros de votación abrieron a las 8 de la mañana y permanecerán abiertos hasta las 6 de la tarde para que más de 14 millones de chilenos voten de manera voluntaria hasta el domingo.
"Espero que tengamos una Constitución que recoja el alma de nuestro país", dijo el presidente conservador, Sebastián Piñera, tras votar en Santiago.
Además de los constituyentes, los chilenos deben votar alcaldes, concejales y, por primera vez, gobernadores regionales, en otro paso hacia una sociedad más participativa.
Las autoridades decidieron una elección de 48 horas por la pandemia, que obligó aplazar la cita prevista inicialmente para el 11 de abril. Durante la noche, las urnas serán resguardadas en los locales electorales y custodiadas por la Policía y las Fuerzas Armadas.
Temor y esperanza
Con esta elección Chile comienza un inédito proceso constituyente que durará hasta el próximo año y que abre esperanza pero también temor entre la población.
"Va a permitir a Chile de alguna manera reconciliarnos y dejar el pasado atrás. Ha costado tanto hacerlo y hay muchas heridas todavía no cerradas", dice Lilian Lavanchez, de 65 años, una asistente social que tenía 17 años cuando ocurrió el golpe militar de Augusto Pinochet.
Pero a Valentina González, de 45 años, le "da mucho miedo que se cambie por una Constitución izquierdista y tirada para el marxismo".
"Es algo muy serio de lo que va a depender el país. Me tiene bastante preocupada y ojalá que lo que se redacte cambie lo menos posible la Constitución actual, que creo que nos ha llevado a ser el país con mejor economía de Latinoamérica y bastante desarrollo en los últimos 30 años", afirma.
La nueva Constitución debe estar terminada en un plazo de nueve meses, prorrogable una sola vez por otros tres meses, y en 2022 deberá ser aprobada o rechazada en un referéndum con voto obligatorio.